Ascencio Patiachi Maca es de la comunidad nativa de Shintuya, una de las diez comunidades nativas socias de la Reserva Comunal Amarakaeri, ubicada en la provincia y distrito del Manu, región de Madre de Dios. Ascencio tiene 64 años y parte de su vida la dedica ejerciendo su labor como guardaparque oficial del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp). Actualmente, realiza sus acciones en el Puesto de Vigilancia y Control Mirador de Setapo, ubicado en el distrito de Huepetuhe.

Desde muy joven, Ascencio, también llamado “Serem” por su nombre originario en Harakbut, mantuvo una estrecha relación con los sabios y sabias de su comunidad, quienes siempre le inculcaron el respeto hacia su territorio. Razón que le motivó a ser parte del proceso de creación de la reserva junto con otros líderes y lideresas indígenas. Y que, años después, le abrió las puertas para ser uno de los primeros guardaparques en Amarakaeri.

“Hay que cuidar cielo, aire, río, tierra y árboles” es una de las frases que siempre le decían los sabios o Wayorokeri (soñador y pronosticador, en Harakbut) y lo recuerda con mucha nostalgia. “Los sabios del pueblo Harakbut siempre tenían la visión de conservar nuestra naturaleza. Fue por iniciativa de ellos que se creó la Reserva Comunal Amarakaeri”, resalta.

Hace 16 años, Ascencio aceptó ser guardaparque. Al inicio tuvo dudas en ejercer este rol, pero con el respaldo de su compañera de vida Estefanía Visse Mani y con el fortalecimiento de sus capacidades, se dio cuenta que tenía la vocación para ser uno de los protectores y defensores de la Reserva Comunal Amarakaeri.

Al interior de la Reserva Comunal Amarakaeri, Ascencio vivió muchas experiencias maravillosas. La más significativa fue contemplar por primera vez el Rostro Harakbut o Harakbutkok, hoy reconocido como Patrimonio Cultural de la Nación a través de la Resolución Viceministerial N° 000202 – 2021 – VMPCIC / MC. “Los sabios siempre decían que dentro de la reserva hay sitios sagrados. Y que nuestro deber es explorar y conservarlos. Hay tres monumentos que están vinculados con el espíritu Amana. Uno de ellos es el Rostro Harakbut, que tiene mucho valor para este pueblo”, enfatiza.

Bajo esa premisa, Ascencio decidió adentrarse a la reserva junto con dos compañeros más. Sin embargo, estos desistieron, indicando que podría ser peligroso. A pesar del amedrentamiento, él se mantuvo firme con su decisión. Salió desde su puesto de vigilancia. Surcó el río Huasoroco y caminó aproximadamente cuatro horas. Tomó un descanso, pensando que no iba a cumplir su objetivo, pero al levantarse giró su cabeza y se dio cuenta que el Rostro Harakbut estaba detrás de él.

“En ese momento me emocioné mucho. Me puse muy contento y mi corazón saltaba de mucha alegría, porque los sabios indígenas me guiaron hacia el Rostro. Este monumento es muy significativo para el pueblo Harakbut, porque representa un lazo espiritual con nuestros ancestros. Esa noche dormí ahí y tuve un sueño con él y me dijo: ‘Si la gente quiere admirarme, debe buscarme con buen corazón’”, recuerda muy emocionado.

Desde ese entonces, Ascencio sostiene que para ir al Rostro Harakbut, una persona debe tener la mejor predisposición para contemplarlo. De lo contrario, no podrá observar la biodiversidad durante el trayecto ni sentir la energía que emana este lugar sagrado. “La Reserva Comunal Amarakaeri es el lugar donde han nacido los sabios. Es un lugar sagrado que debe ser conservado”, indica.

Así como la vivencia de Ascencio, existen muchas historias asombrosas de esfuerzo y pasión de los demás guardaparques oficiales de la Reserva Comunal Amarakaeri, que en su totalidad son 11. A ellos se suman los 24 vigilantes comunales, pertenecientes a los pueblos originarios Harakbut, Yine y Matsiguenka, que con mucho empeño y dedicación, con el soporte y respaldo de la cogestión de esta área natural protegida y sus comunidades socias, aportan al estado de conservación de Amarakaeri, que hasta este año presenta el 98.55 %.